Ahora que la conmoción por la muerte de la Reina Isabel está cediendo y ya el Rey Carlos está un poco más calmado, Pilar Eyre en su blog de la revista Lecturas recuerda un hecho que podía haber cambiado la historia.
Hace más de 30 años, y gracias a una grabación realizada por un radioaficionado de manera totalmente casual, el mundo entero terminó siendo testigo involuntario de una conversación privada entre dos amantes.
Claro que no se trataba de personas comunes, o por lo menos, una de ellas no lo era. Se trataba del hoy Rey Carlos. Y ella era Camilla Parker Bowles.
Cada uno tenía un matrimonio donde no era feliz y por más que la Reina Isabel había tratado de hacer naufragar la relación entre ellos a través de la boda del heredero del trono con Lady Di la realidad es que no lo consiguió. Y ellos continuaron viéndose como amantes.
Esa domingo próximo a la navidad de 1989, en un diálogo entre el hijo de la Reina Isabel y Camilla, se pudo escuchar cómo el Rey Carlos decía que quería ser un támpax para vivir dentro de los pantalones de su amante.
Más allá que la sociedad de aquel momento era un tanto menos libre que la de hoy, la realidad es que lo que escandalizaba aún más que la frase era la idea de que quien luego sería el Rey Carlos estaba engañando a su esposa, algo inaceptable para quien debería regir los destinos de una nación.
Las consecuencias no se hicieron esperar: al ahora Rey Carlos lo escupían por la calle y le tiraban tampones en los actos públicos, a Camilla la han llegado a tirar por encima una cesta de pan y hasta sus hijos debieron cambiarse de colegio, abrumados por los comentarios de sus compañeros.
Luego, la trágica muerte de Lady Di lo empeoró todo. El Rey Carlos realmente temió no llegar nunca a suceder a su madre.
Pero el paso del tiempo y, fundamentalmente, el amor genuino entre él y Camilla colaboraron para que, primero la Reina Isabel y luego la sociedad británica en general, diese el visto bueno a la pareja.
Incluso, ya meses antes de su fallecimiento, la Reina Isabel había dejado expresamente detallado que quería que a Camilla se le diese tratamiento de reina consorte. Un reconocimiento algo tardío a quien ha sido el verdadero amor de su hijo.